En la actualidad, cada vez toma más relevancia el liderazgo en la gestión y al facultar equipos de trabajo, tanto para optimizar procesos productivos como conseguir la eficiencia en el uso de recursos y lograr cumplir la promesa de valor ofrecida a los clientes lo más correctamente posible y para ello, la herramienta más valiosa de que dispone todo líder es su habilidad de la comunicación, con objeto de aglutinar a la gente en búsqueda de una misión, en la transmisión de un propósito significativo, ante la necesidad de exponer las condiciones actuales o futuras a enfrentar, en el establecimiento de metas y planes de trabajo, en la labor de organizarlos de acuerdo a sus talentos y experiencia, en la orquestación y coordinación de acciones, en la forma de abordar los problemas y encontrar alternativas de solución que ofrezcan vías de avance, cuando hay que estimular y reencausar la energía humana ante o durante momentos difíciles, llevar a cabo la tarea de reconocer los esfuerzos, sacrificios, aportaciones y resultados obtenidos y demás factores que entran en juego para cumplir con su respectivo cometido.
Para ello, hay que admitir que la comunicación lo es todo, tanto en la sociedad, como en las organizaciones, en los grupos de trabajo, dentro de los diversos ambientes sociales como también dentro del núcleo familiar. Es necesario reflexionar sobre qué se dice, cómo se dice hasta cuánto se dice y posiblemente qué no se dice, pues parece un factor determinante para el adecuado funcionamiento en todo orden. Esto lo tenemos más que asumido.
Sin embargo, ante el conflicto entre obrar apegándose de acuerdo a un valor como la sinceridad u optar por deslizarse ante lo atractiva que es la conveniencia bajo el deseo de satisfacer ciertos intereses personales, la persona o líder se encuentra en un dilema, actuar de acuerdo a lo que es correcto bajo la dirección del bien común o actuar ante lo que le conviene en lo individual. Ese momento es crucial, porque se tendrá que tomar una decisión, a la que tarde o temprano, la gente a su alrededor la notará, se dará cuenta de la postura asumida por su líder y finalmente reaccionará como una consecuencia natural.
Recordemos que la persona que es congruente no se contradice ni se justifica. Simplemente dice y hace aquello que piensa y está convencido, de una manera asertiva sin perjudicar a los demás y sin perderse de vista a sí mismo, asumiendo con totalidad las consecuencias.
En el primer caso, el líder, al tomar decisiones o instar a que la gente obre y se conduzca en congruencia a lo establecido en favor de una misión dirigida hacia el bien común, no obstante, de que eso vaya en menoscabo de sus propios intereses personales, genera varios efectos:
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Se convierte en un ejemplo a seguir.
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Muestra caminos posibles
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Mejora su comunidad
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Siente orgullo
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Inspiras a otros
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Genera credibilidad
Entonces, ¿Llega a ser intrascendente mentir? ¿Estás valorando suficiente los altos costes que produce la mentira? Enunciemos algunos costes de este mal hábito de mentir que creo conviene tener presentes antes de hacerlo tan despreocupadamente:
- La deseabilidad o repudio social subyace a las mentiras profesionales.La necesidad psicológica de reconocimiento, atención, aceptación, importancia, aprobación, consideración o utilidad, muchas veces nos lleva a querer sobresalir generando ciertos comportamientos para demostrar a todo mundo un status, una capacidad o ciertos resultados. Esto lleva muy rápidamente a la trampa de la mentira, a la falsedad y sin darnos cuenta a la pérdida de credibilidad, que, por cierto, es una consecuencia que le llega muy rápido al mentiroso. Al final acaba perdiendo lo que más miedo le daba perder: imagen. Quizá en este punto no sólo el individuo sino también la cultura de las organizaciones debería cambiar. ¡Cuidado con lo que se premia o reconoce o aprecia!
- Relacionado con lo anterior y profundizando más en el individuo, es indudable que la autoestima está relacionada con esto de la mentira. La baja autoestima detona esa inseguridad e inferioridad ante los demás y surge entonces la necesidad de querer sobresalir con falsedades. Pero ojo, el individuo sabe en el fondo que está mintiendo, y si no se siente bien haciéndolo, es un signo de poca ética e inconsciencia. Se convierte en un círculo vicioso que lleva tarde o temprano al estrés, al abuso, al robo o fraude, a la corrupción y más tarde a la depresión. ¡Menudo premio!
- Otro coste de la mentira para los líderes se asume cuando no somos asertivos y no nos atrevemos a decir nuestra opinión franca a los demás por temor a sus reacciones. ¡Cuidado con el mecanismo psicológico que estamos activando y cuidado con la cultura que estamos construyendo!
El inhibirnos y no atrevernos a compartir un parecer o sentir o decir abiertamente lo que está mal y requiere con urgencia un cambio, sin duda es señal de debilidad, porque nos conduce a la consolación o justificación o a la complicidad. Este mecanismo es altamente peligroso, porque acaba con pensar arbitrariamente mal unos de otros y de esa manera se crea una cultura de hipocresía y falsedad. Por tanto, el vicio de no mostrar nuestras verdaderas opiniones nos lleva a pensar en negativo de los demás e incluso a destruir nuestra propia implicación con el equipo y con la empresa.
- Por último, destacaría como coste la importancia de los valores de un equipo. Todos necesitamos conectarnos con una misión, con un propósito que tenga sentido. Necesitamos tener la sensación de que los esfuerzos y los sacrificios que hacemos cada día, aportan valor a la organización a la que pertenecemos y de paso a la sociedad que se beneficia del producto o servicio, etc. No hay nada más humano que trascender del individualismo, de lo contrario, el mundo se acabaría. Las organizaciones -compuestas por personas-, también necesitan tener propósito y entre más nobles mejor, pero, ¡cuidado con esto!; si los líderes son mentirosos e incumplen con un valor tan esencial como es la honestidad, ¿qué efecto tiene esta incoherencia en los equipos? Les estamos robando la posibilidad de implicarse con una misión, les estamos quitando la capacidad de compromiso ante un ideal. les estamos quitando uno de los motivadores más esenciales como es cumplir con un propósito, les estamos quitando el gozo que genera implicarse con alguien y les estamos quitando la facultad de creer en un ideal, persona u organización y por ende practicar la fidelidad o lealtad y finalmente les estamos frenando en su capacidad para esforzarse y dar lo mejor de sí en aras de aportar valor.
Ese proceder incongruente e incoherente que llegan a tener los líderes al jugarle a la política, los demás verán con sorpresa ese proceder inesperado e indeseable provocando de inmediato desconcierto, desilusión y desaliento. Al actuar así, de manera incongruente y falsa, las personas se alejan de lo que verdaderamente son, al comportarse de una manera desasociada en cuanto a cómo se sienten o a cómo piensan. Hay dichos populares como “más vale una colorada que mil descoloridas”, “para qué tanto brinco, si el suelo está parejo”, “la verdad no peca, aunque incomoda”, que invitan a promover la sinceridad al hablar con la verdad por más cruda que ésta sea. Al disponerse a promover la verdad, estamos fomentando la cultura de la transparencia y de paso de credibilidad. ¡Asumir la responsabilidad de darle valor y honorabilidad a la palabra!
En síntesis, no entiendo todavía cuáles son los beneficios de mentir, pero creo que en el fondo la gente busca comodidad, atención, aceptación, aprobación, reconocimiento, importancia. Me imagino que serán cuantiosos costes que vienen aparejados dada la frecuencia con la que se hace.