Como ya mencionamos anteriormente, el ser humano es un ente netamente social y lo que le permite relacionarse es mediante el uso del lenguaje, pues a través del él interactuamos a diferencia de los demás animales que simplemente coexisten.
Para ello se construyen conversaciones, pues ésta se convierte en el medio idóneo que da lugar a satisfacer la necesidad de expresarse y ser escuchado ante cualquier inquietud que se tenga.
Una buena relación no es una relación exenta de problemas, preocupaciones, quiebres, o diferencias a resolver; es una relación en el que las partes involucradas han desarrollado la capacidad de emprender acciones que se ocupen de ellos en forma efectiva, asumiendo cada quien un rol o una responsabilidad. Y la forma en que nos hacemos cargo de esos asuntos es a través de generar conversaciones. Al hablar, actuamos. Al actuar cambiamos el curso normal de los acontecimientos y hacemos que ocurran cosas que de otra forma no sucederían y eso gracias también a las conversaciones entabladas previamente.
Decimos que una conversación es pública cuando la sostenemos con otra u otras personas. En cambio, una conversación privadas aquella que nos reservamos, aquella que en verdad no compartimos. Por tanto, una relación se especifica por los límites que definen cuáles son las conversaciones que se deberían sostener en la relación, es decir, a mayor y profunda sea esa comunicación, de esa magnitud será lo relevante o significativa de esa relación, lo fuerte que se mantendrá el vínculo establecido.
Por todo lo anterior, y refiriéndonos al ámbito empresarial, un factor determinante de una gestión empresarial efectiva son las competencias conversacionales que posee el directivo o líder, y que difícilmente han sido áreas formales de aprendizaje en los programas de formación para ejecutivos.
La comunicación, por lo tanto, no es un aspecto particular del desempeño empresarial, sino el fundamento que sostiene todas las demás competencias de un directivo, ya que su trabajo consiste, fundamentalmente, en sostener conversaciones con otros. Y saber conversar es, a fin de cuentas, poder coordinar acciones con otros.