CIUDAD DE MÉXICO.- “¡No te preocupes, yo te coacheo (coucheo)!”, “tenía un problema y mi coach lo resolvió”. Estas y muchas otras frases se han vuelto comunes; las escuchamos mucho más de lo que deberíamos.
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¿Y por qué digo que “mucho más de lo que deberíamos”? La palabra ‘coaching’ –o lo que se cree de él, mejor dicho– se ha puesto de moda. Honestamente, más que una moda es un estilo que todos podemos diseñar para mejorar nuestras vidas.
Una de las premisas más importantes en el coaching, es que el cliente (o coachée) es capaz de encontrar cada una de las respuestas para conseguir sus objetivos o metas.
La labor del coach (quien debe tener una certificación profesional), entre muchos aspectos, es generar el contexto para que el cliente identifique sus metas y encuentre cada una de las soluciones.
Una de las ramas, quizá más importantes, es el coaching de vida. Mónica Cubillos, master en Desarrollo Humano y entrenadora internacional por Impel, explica en palabras sencillas, “básicamente, el coaching de vida es para encontrarte contigo, con tu esencia”.
Sin lugar a dudas, el coach de vida tiene una magnífica labor, “lo que tú buscas es que las personas también puedan diseñar un proyecto de vida que sea exitoso, que sea vigente, pero lo estás haciendo desde el conocimiento de ese reencuentro contigo”.
Recordemos que esta metodología se enfoca en los significados y los resignificados de las personas, es decir, que el coachée trabaje en distintas áreas de su vida, se sienta motivado, construya estrategias desde su perspectiva para realizar cambios significativos.