EL EGO EN EL LIDERAZGO

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Es demasiado raro encontrarse con escritos que aborden el tema del ego en los líderes y cómo éste puede influir fuertemente y de manera negativa en su liderazgo, como en sus planes o proyectos, y hoy surge la oportunidad de abordar este tema tan interesante e ilustrativo, con el objeto de que tomes conciencia de ello y analices qué tanto tu liderazgo está influido o afectado por el ego, y evites tomar posturas, decisiones y conductas nefastas.

En un escrito anterior, hicimos en IMPEL un compendio de las diversas conductas nefastas que llegan a asumir los líderes, con la necesidad de obtener éxito en sus proyectos profesionales, políticos o sociales y las formas de perpetrarse en el poder, y todo ello se debe a un ego nutrido, expandido, fuerte, capaz de cualquier cosa con tal de mantenerse intacto. Por desgracia, caer en una postura así conlleva tomar decisiones que afectan a mucha gente a su alrededor, crea ambientes de trabajo densos, llenos de temor y desconfianza, promueve el miedo en la gente cercana y aún lejana, provoca en los colaboradores el servilismo y sumisión como medida precautoria ante las reacciones desequilibradas del líder y finalmente se manifiesta la tiranía, injusticia, manipulación y represión. Todo esto lo hemos llegado a saber a lo largo de la historia, en diferentes épocas, al estudiar aquellos líderes que a pesar de sus “buenas intenciones”, traicionaron sus principios y a su gente al caer bajo el encanto del poder y muchos de nosotros llegamos a vivir la experiencia de tener algún jefe con esas características, que a la larga le hizo mucho daño a las organizaciones.

¿Qué es el ego? Al nacer sin mayor idea de quién verdaderamente somos ni tampoco tener la capacidad cognitiva desarrollada, vivimos un tiempo bajo meras sensaciones y son a través de ellas como vamos dándole cierto sentido al mundo en el que aparecimos para comprenderlo y a la vez, construir nuestra particular concepción en relación a él, por lo que aparecieron experiencias que nos agradaron y otras que no y amenazaron ante nuestra propia vulnerabilidad.

El ego es una entidad creada por el mismo individuo a raíz de sus interpretaciones para protegerse de esas sensaciones dolorosas e indeseables, y es justo lo contrario del verdadero ser. Lo valioso es aclarar que el ego no es uno, sino el engaño creado por uno mismo en la inconsciencia como por cada uno de los miembros de la sociedad, construyendo así entre todos, un mundo a favor del ego, lleno de fantasía y falsa ilusión, al entretejer mecanismos que han construido condiciones muy atractivas de entretenimiento, enajenación, confusión y mentira bajo un sistema de creencias erróneo que cada vez se reafirma más, haciéndonos caer en un círculo vicioso difícil de salir por la misma presión social que empuja hacia adentro.

Mientras el individuo se entretenga con tantas baratijas que ofrece el mundo del ego y no se cuestiona sobre lo verdadero, está implacablemente atrapado por tal fantasía. Por eso muchos de los pensadores y filósofos insisten tanto en decir que, a menos de que el individuo se libere del ego, jamás se llegará a conocerse y mucho menos a liberarse.

El ser humano nace con su auténtico ser. Después se empieza a contaminar con juicios bajo el pretexto de darle al pequeño, identidad: es católico, es moreno, es mexicano, es costeño, pertenece a la raza elegida por Dios, es un campeón, es diestro, es inteligente, es caprichudo, es gritón, es rebelde, es desordenado, es Carlos, etc., etc., y lo fueron llenando de puras etiquetas, creándole así una falsa identidad. Le ponen al infante un nombre y en torno a ese nombre crean ambiciones y condicionamientos.

Y poco a poco – porque lleva casi una tercera parte de la vida- actúan sobre el ego todas las instituciones sociales, la familia, el colegio, la iglesia, la comunidad, algunas instituciones del gobierno, diversos centros sociales, y así sucesivamente. Cuando termina la universidad, ha olvidado por completo su ser inocente, porque está convencido de que es todas esas etiquetas que le han puesto y reafirmado a través de los años y ahora se lo cree con total convicción al grado de llegar a sentirse orgulloso de ello.

A raíz de la serie de experiencias en su infancia y adolescencia, el ego del individuo ahora tiene una diversidad de necesidades socioa-fectivas y basado en ello, ostenta toda clase de deseos y ambiciones, capaz de hacer cualquier cosa con tal de satisfacerlas. El ego se aprovecha de uno y no permite que ni siquiera vislumbre la idea de su auténtico ser, cuando su vida está precisamente ahí, en la autenticidad. De ahí que el ego en su afán de controlar, tortura a través de dos mecanismos secuenciales; primero tienta y luego atormenta, haga lo que haga o no, lo haga o deje de hacerlo. ¡Ante él siempre se pierde! De ahí que el ego no es príncipe de paz, pues produce tanto dolor, tristeza, sufrimiento, lucha, frustración, locura, fraudes, engaños, traiciones, suicidios, asesinatos como toda clase de crímenes e injusticias.

Observa, que la mayoría de las sociedades, fomentan más el ego que la conciencia. El primero es más atractivo, divertido, redituable, en cambio aparentemente el segundo es aburrido y poco atrayente. Ahora, si a ese ego lo cobijas bajo el poder político y económico, no hay nada que lo pare, por eso podemos ver muchos casos de líderes que se convirtieron en dictadores y tiranos temerarios capaces de hacer uso de cualquier mecanismo para perpetrarse en el poder y gozar de todos los placeres y privilegios que conlleva o casos de gente rica metida en cuestiones aberrantes y depravadas que reforzan su imagen narcisista y su hedonismo.

En ambos casos, aunque en apariencia tienen todo, no tienen nada, están vacíos por dentro y lo único que aspiran es a vivir sensaciones que les ofrecen una felicidad aunque ésta sea efímera.

Quien va en pos de la verdad, tiene que empezar por este punto: descartar cuanto la sociedad le ha dicho que es. Esa persona no es eso, porque nadie sino ella puede saber quién verdaderamente es; ni sus padres, ni sus profesores, ni los Sacerdotes. Salvo ella misma nadie puede penetrar en la intimidad de su ser, nadie sabe nada de ella, y todo lo que han llegado a decir de ella, es falso, al ser mera apreciación.

Ahora puedes entender que, para ser un líder auténtico al ejercer un liderazgo consciente de su rol, congruente y consistente, es fundamental hacer mucho trabajo personal, es decir, hacer muchos ejercicios de introspección (identificar valores, capacidades, heridas emocionales, aficiones, talentos, propósitos, ambiciones), ejercer la continua observación de sí mismo (identificar patrones de conducta, estilos de comunicación, tipos de reacciones emocionales, creencias y pensamientos ante las presiones e incertidumbre), llevar a cabo cotidianamente ejercicios de reflexión (identificar los móviles de esos comportamientos, de esas intenciones, descubrir las fuentes de aquellas necesidades, lo que está asociado a esas formas de interpretar como reaccionar ante determinados hechos o personas), practicar el entendimiento y la toma de conciencia (promover el perdón a sí mismo y hacia los demás), tener el valor de hacer cambios (modificar comportamientos y corregir conductas como resarcir daños) para así estar cada vez más libre de ese ego que puede orillar a cualquier persona a hacer locuras y engañar, afectar, lastimar a la gente que ha creído en él o en ella.

Al desmantelar a ese ego, el líder logra tener una personalidad libre, honesta y espontánea, nutrida por una autoestima sólida que le proporciona confianza en sí mismo y alta dignidad, por un marco de valores que le proporciona una integridad férrea al ser congruente en su actuación ante los dilemas y no dejarse caer por la conveniencia, con una visión con propósito enmarcada hacia el bien común, una inteligencia emocional desarrollada al haber curado heridas y no tomarse las cosas a nivel personal, una capacidad de socialización sana al ser capaz de entablar contacto con una diversidad de personas con el objeto de escucharles y abrir conversaciones honestas que ayuden a identificar las áreas de mejora, a exponer metas y proyectos así como pedir el involucramiento de todos para su logro o realización.

Es así como se construye un liderazgo con poder de influencia, un liderazgo que genere credibilidad bajo una conciencia educada que permita al líder cada vez ser más congruente y coherente consigo mismo como con los demás, ser más libre de las presiones externas para así actuar bajo convicciones y no bajo intereses que muchas veces llegan a ser hasta mezquinos. Si esa personalidad desarrollada la puede combinar con el conocimiento que se requiere para llevar a cabo su tarea, se augura un éxito rotundo para él y sus colaboradores, una serie de beneficios para la institución que representa y un bienestar para sus seguidores.

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